Me atrevo a representar a Nuestro Señor y a su Madre y también Madre nuestra y a San José y a otros santos y ángeles, porque la iconografía artística en sus más variadas formas lo ha hecho siempre a través de la historia. Los que tenemos fe sentimos esa necesidad, y toda la humanidad ha sentido necesidad de evocar lo trascendente, y lo hemos hecho en todos los tiempos.
Ojalá este ejercicio mueva a muchos a acercarse a Dios. Cuando pinto lo religioso me encomiendo a Dios y Él me ayuda y lo siento más cercano.
Tantas veces le he dicho al pintar que, si Él me dio esas habilidades, me asista para desarrollarlas: mi yo pintor se siente en sus manos, como instrumento, como el pincel en las mías.
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